Carmen Martín Gaite |
Escribir de un tirón
Las tentativas literarias de la adolescencia siempre tienen algo que las emparentan con la carta o el diario íntimo: el arrebato, el estado de trance que empuja a escribir de un tirón. Luego se va insinuando el oficio, la pretensión de estilo y se pierde la confianza en aquella primera ingenuidad. Las dudas y conflictos que van asaltando al escritor, a medida que se hace consciente de su oficio, se reflejan en su dificultad para mantener el acorde de entusiasmo con que se estrenó ese cuaderno al que puso la fecha de un día determinado y sobre el que van lloviendo meses y años, mutaciones y desalientos, que desdibujan y ponen en cuestión la senda alumbrada por aquel fogonazo de certidumbre. Se sigue escribiendo en nombre de la fe perdida, para recuperar aquel silencio grato y acogedor de la habitación, el rasgueo febril de la pluma que no se detenía a tachar nada, la música de fondo de la lluvia o del tictac del reloj en la noche. Así, en este estado de trance, debió escribir Kafka la noche del 22 de Septiembre de 1912, de un tirón. Pero pensaba que era un borrador, si no, no habría tenido tan luminosa audacia. Bendita borrachera la tuya, Franz, y bendita tu ignorancia de lo que estabas haciendo.(Carmen Martín Gaite. A río revuelto. El cuento de Nunca acabar.)
Misterio resuelto gracias a este texto:
link
Y
El relato en cuestión en pdf
Franz Kafka |
No hay comentarios:
Publicar un comentario