HABLO CON GLORIA FUERTES(José Hierro. Cuaderno de Nueva York )
FRENTE AL WASHINGTON BRIDGE
Pasea con el luto de viuda de sí misma,
payasa, miliciana,
entre los arces plateados de New Jersey
(o tal vez sean pinos, encinas, jaras y retamas
de Chozas de Sierra ... Yo ya no sé).
La navaja del río corta pan y tomate
de la tarde que se evapora.
Don Gil, Jilguero de las calzas verdes,
asado con madera del cajón de la portería,
miraba compasivo
cómo acunan tus brazos esqueléticos,
mientras dan de mamar a la guerra de nunca,
teta arrugada, guerra guerreada,
y todo lo demás.
Y todo blanco y negro. Y desvaído.
Un hombre levantaba su cabeza de ortiga
en el menesteroso anochecer.
Mendigos con fusiles (que yo los vi pasar
porque tú los mirabas).
Y niños muertos que esquivabas para no pisarlos
en la calle de Atocha
(nunca los vi ni quise verlos),
y aquel puente estrechísimo que no es el más con más
de Nueva York, sino de nieve y de cellisca,
(yo lo he visto, y lo veo, y seguiré viéndolo,
con las mujeres de ébano y marfil arrugado,
porque era entonces todo blanco y negro).
Y ahora vuelve sin Filis, cabalgando su cáncer,
¡hasta mañana, Filis!
Más tarde, en tu memoria cristalizaban sombras,
entre los rascacielos de acero y miel:
sombras de mondas de patatas
que has olvidadoo, pues no quieres morir,
no queremos morir,
y fachadas de catedrales bordadas de palomas,
y que mañana no será otro día,
y otra sombra resbalando sobre una lágrima,
enhebrando una aguja, zurciendo una bufanda
a la sombra de una lenteja.
lunes, 28 de febrero de 2011
José HIerro habla con Gloria Fuertes
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3 comentarios:
Aprenderán hoy día los jóvenes a leer con Gloria Fuertes? Cómo echo de menos ver a Doña Gloria por la tele recitando sus poemas para los niños...
Lindo homenaje a dos grandes poetas.
Gracias a usted por el poema de Hierro, que no conocía. De Hierro tengo una buena antología que fue publicada antes del Cuaderno de Nueva York, poemario del que he leído poco.
De Gloria Fuertes, de niño, tenía yo varios libros: Coleta la poeta, que me lo regalaron por Navidad y que leí enseguida dejando estupefactos y cariacontecidos a los que me lo regalaron, pues me dijeron algo así como: te habría durado más un chicle. Pero luego lo releí varias veces.
Y tenía otros dos o tres, de los cuales sólo recuerdo el título de El domador que mordió al león.
Gloria Fuertes forma parte de la educación sentimental de los que nacimos en los setenta, la sintonía aquella de "un globo, dos globos, tres globos..." estaba escrita por ella, al igual que aquella canción de Enrique y Ana dedicada a Félix Rodríguez de la Fuente.
Sin embargo Gloria Fuertes no era sólo poeta de niños, si no de adultos también, libros como "Poeta de guardia", por ejemplo, y con versos como aquellos que decían:
"Que estás en la tierra, Padre nuestro,
Que te siento en la púa del pino,
En el torso azul del obrero,
En la niña que borda curvada
La espalda, mezclando el hilo en el dedo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
En el surco,
En el huerto ..."
Soy como esa isla que ignorada
Late acunada por árboles jugosos
-en el centro de un mar
que no me entiende,
rodeada de NADA,
sola solo-.
Hay aves en mi isla relucientes
Y pintadas por ángeles pintores,
Hay fieras que me miran dulcemente,
Y venenosas flores.
Hay arroyos poetas
Y voces interiores
De volcanes dormidos.
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